lunes, 4 de abril de 2011

Johnny Cobos


Johnny Cobos ha sabido ponerle dulzura y olor a su vida. El dueño de la exitosa cadena de pastelerías Piero's fue alguna vez un niño goloso que logró convertir su pasión por las tortas en una próspera empresa.

De pequeño, su gusto por los postres lo llevó a convertirse en el mejor alumno de su tía Rosa, su maestra en el arte de la repostería. Pensando en satisfacer sus antojos, Johnny adquirió los conocimientos que le permitirían aprovechar su primera oportunidad de negocio.Una mañana, cuando ya había aprendido a preparar las tortas, acompañó a su madre al mercado del barrio a tomarse un jugo. Y al llegar se percató que la dueña del puesto estaba molesta porque su proveedor de tortas no había cumplido con traer el pedido del día. Johnny Cobos no lo dudó un segundo y le ofreció preparar las tortas. La desconfianza inicial de la señora desaparecería el fin de semana siguiente luego de probar la torta que Johnny le había llevado. Lo contrató de inmediato. Con el tiempo, Johnny también aprendió a hacer kekes, tortas heladas y, finalmente, chifones. Nunca existió la palabra "no" en materia de pedidos. Gracias a la constante asesoría de su tía, Johnny se propuso adquirir su propia batidora, como su siguiente meta: "Para mi familia tener una batidora era un lujo remoto, pero yo me obsesioné con poder tener una. Mientras tanto debía batir mis postres a mano", narra Cobos, quien recuerda que en esa época se demoraba tres horas en preparar a mano dos moldes, mientras que hoy su batidora industrial y sus trabajadores preparan treinta moldes en diez minutos.
Otra puerta se abre

Pese a todo su esfuerzo, las ganancias obtenidas por la venta de tortas a su entonces única clienta no le alcanzaban para vivir, por lo que comenzó a trabajar como taxista. Sin embargo, el destino le brindó una oportunidad para volver al negocio: "Le hice una carrera a una señora que era dueña de una panadería y que necesitaba transportar ocho tortas. Cuando le pregunté por ellas me respondió que, aunque preparaba kekes y pasteles, las tortas las compraba. Inmediatamente no dudé en ofrecerme como su proveedor", recuerda Cobos. A partir de este momento las cosas no volverían a ser las mismas para este hombre, que con mucho esfuerzo mezclaba sus ingredientes y los batía hasta la madrugada para que quedaran perfectos. Con el tiempo, adquirió un horno semi-industrial, alquiló un local en Comas, pidió prestada una vitrina y compró una refrigeradora de segunda mano, para poder abrir su primera tienda: pastelería Piero’s, que lleva el nombre de su primer hijo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario